¿Quieres memorizar para siempre cuáles son los efectos adversos y para qué se usa la metilergometrina?.
La historia de este compuesto es apasionante.

La metilergometrina es un uterotónico potente derivado semisintético de un alcaloide natural llamado ergometrina. Actúa directamente sobre la musculatura lisa del útero produciendo contracciones potentes. Su empleo actual es la hemorragia postparto, pero la ergometrina en el pasado se utilizó para estimular las contracciones durante el parto, no estando exenta de peligro.

 

Entre sus posibles efectos adversos encontramos la HTA, náuseas y vómitos, convulsiones, hormigueo en las manos y los pies, confusión mental o alucinaciones. Todo ello debido a su efecto vasoconstrictor y al ácido lisérgico que contiene.

EL CORNEZUELO DEL CENTENO

La ergometrina es uno de los muchos alcaloides del cornezuelo del centeno. El cornezuelo es una estructura (esclerocio) producida por el hongo Claviceps purpurea que coloniza el centeno y otros cereales. Desde antiguo se conocen sus propiedades venenosas.

Durante la edad Media aparecieron varias epidemias por toda Europa por envenenamiento con cornezuelo. Cuando la población tomaba pan elaborado con centeno infectado por el hongo se producía el ergotismo. El ergotismo se puede manifestar de dos formas: el ergotismo convulsivo y el ergotismo gangrenoso.

 

  • El ergotismo convulsivo se caracteriza por el desarrollo de delirios, alucinaciones y convulsiones. Estos síntomas están relacionados con el ácido lisérgico (LSD) que contiene el cornezuelo. Sí, el mismo LSD que se consumía en forma de “tripis” en los años 60.

 

  • El ergotismo gangrenoso producido por vasoconstricción, comenzaba con escalofríos en los miembros, seguido de sensación de ardor (por eso a la enfermedad también se le llama fuego sagrado). A menudo se afectaban las extremidades que se podían terminar amputando. Además, los abortos y partos prematuros se sucedían durante las epidemias fruto de la actividad uterina que la ergometrina produce.

POLVO PARA PARIR

Hay referencias al uso de cornezuelo en mujeres de parto desde el año 1.000 a.C. Aunque se popularizó mucho en el siglo XIX en toda Europa. Todas las parteras llevaban siempre con ellas en un frasco con un polvo gris, que no era otra cosa que cornezuelo del centeno molido. Se administraba en polvo o en infusión para acelerar el parto. ¡Suponía un ahorro de tiempo considerable! Era conocido como “pulvis ad partum” (polvo para parir).

Hasta que, en 1822, el norteamericano David Hosack advirtió en una publicación científica que el cornezuelo no era tan inocuo como se pensaba. Observó que el número de nacidos muertos en Nueva York había aumentado muy rápidamente. Estudió que producía convulsiones en la madre, e hipoxia en el feto por vasoconstricción produciendo a menudo la muerte fetal.

Sugirió que el polvo no se debía usar para acelerar el trabajo de parto sino sólo para detener la hemorragia posparto, o para tratar hemorragias fuera del embarazo.

No obstante, se siguió utilizando mucho durante el parto hasta el s. XX, aunque con ciertas precauciones.

Con la llegada del extracto del lóbulo posterior de la pituitaria (pituitrina) en la década de los años 20-30, y la síntesis de la oxitocina en 1953, la ergometrina quedó relegada al postparto, siendo muy útil en las hemorragias puerperales. Hoy en día en sus contraindicaciones leemos: embarazo, HTA y vasculopatías. Entendemos perfectamente por qué. 

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